Toxina botulínica podría calmar el dolor crónico
( Publicado en Revista Creces, Julio 2003 )

Mediante la combinación de la más potente neurotoxina conocida actualmente (toxina botulínica), con una proteína del árbol coral (Eritrina cristagalli) del Mediterráneo, se logra construir la droga perfecta para el tratamiento del dolor crónico. El trabajo se presentó recientemente en la reunión de la Society for General Microbiology en Edimburgo (2003).

La toxina botulínica, actualmente mas conocida como "Botox", por el uso que se le ha dado en el tratamiento de las arrugas faciales, es útil también para tratar varias otras condiciones médicas. La neurotoxina, cuyo efecto puede durar por meses, actúa bloqueando la liberación del neurotransmisor que trasmite el mensaje al músculo para que este se contraiga. La maquinaria que se bloquea se encuentra en el interior de la mayor parte de las células, sin embargo la toxina sólo afecta las neuronas que controlan los músculos. Ello es debido a que hay una secuencia en la toxina que sólo le permite unirse a la célula muscular.

Por esta razón Keith Foster y sus colaboradores del centro "Applied Microbiology and Research" cerca de Salisbury en Inglaterra, comenzaron a buscar una secuencia específica para los nervios que trasmiten las señales dolorosas. Su objetivo era usar esta secuencia para utilizar la neurotoxina como un analgésico. La encontraron en el árbol coral Mediterráneo, llamado "Eritrina cristagalli".

Es una completa coincidencia que la proteína del árbol coral se una a la superficie de las neuronas del dolor y no a otras neuronas. Desde el momento que estos nervios del dolor no trasmiten ningún otro tipo de mensaje, la toxina modificada que ellos han creado actuaría sólo inhibiendo el dolor y no otras sensaciones como por ejemplo el tacto.

Las experiencias realizadas en ratas han sido impresionantes, ya que su acción muy potente es semejante a la de la morfina, con la ventaja que dura hasta 10 días, mientras que la morfina actúa sólo por horas.

El equipo está preparando la iniciación del ensayo clínico, próximamente con enfermos de cáncer. De resultar, su uso puede ser muy amplio, ya que son millones las personas que padecen de dolores crónicos.

Más adelante la toxina botulínica modificada podría también tener muchas otras aplicaciones. Inhibiendo por ejemplo la liberación de mediadores inflamatorios, podría usarse para prevenir el asma. También podría utilizarse para modificar la captación de glucosa por las células adiposas, con lo que se podría detener el almacenamiento de grasas y así prevenir la obesidad (James Randerson: New Scientist, Abril 19 del 2003, pág. 12).


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